miércoles, 4 de julio de 2012

Un día

La situación perfecta, el lugar perfecto, la compañía perfecta, ¿Qué más puedo pedir? No logro reconocerla por completo, pero es felicidad.  Tal vez el mejor momento de mi vida, ojala sea verdad. De pronto se aproxima un sonido que se torna aturdidor, cada vez más insoportable. Morfeo me suelta de sus brazos, abro los ojos y tomo mi despertador y apago la maldita alarma. Esa sería una situación casi perfecta pero NO, Lo más probable es que ponga en stand by el despertador por 5 minutos e intente volver a dormir. Esta rutina se repetiría unas tres veces y el reloj alarma volvería a sonar cuantas veces sea necesario, con la intención de retomar el sueño que jamás soy consciente jamás volvería, es entonces cuando me rindo, me paro y voy directo a la ducha.
Empezó mi día, nada satisfecha  pero con el transcurrir de las horas pasa a segundo plano esa molestia.
Luego de estar cambiada, tomo un ligero desayuno, sólo un simple jugo, y me enrumbo a Isil, una hora y quince, es el tiempo estándar de viajes distritales, desde mi casa a donde sea, gracias a Dios logré acostumbrarme. Llego, como es de costumbre tarde, toco la puerta del 211, se abre, al pasar el umbral siento un calorcito que en un futuro, y a corto plazo, se podría convertir en insoportable, camino hacia el final, la tercera fila, segundo asiento. Y ahí estaba él. El profesor Felipe Gamonal, trabajador eterno de epensa, siempre recibiéndome con esa chispa que lo caracteriza cómico, “Hola amiga Nacha, te estábamos esperando para comenzar la clase”, sonrío y me siento rodeada de computadoras, paredes blancas, un proyector un poco chueco, y lo más desmoralizador e importante para Felipe, menos de la mitad de mis compañeros en el salón. Lamentablemente todas las clases son así, como si se turnaran para faltar.
Empezamos con el tema del día, y la mayoría de nosotros en facebook, poniéndonos al día de las ultimas juergas y fotos, quienes fueron, con que ropa, quien agarró con quien y muchas cosas más. Obviamente es notoria la desconcentración grupal, ya que se percibe y se escucha el teclado al tipear, el profesor sigue hablando y pide silencio, a muchos nos importar como a otros no.
Al finalizar la clase bajamos y salimos a la puerta de ISIL, nos fumamos un cigarro Dania, Ana Lucia y yo, esperamos que llegue Luciana, compramos “provisiones” en el kiosco de la esquina, sin duda el infaltable pan con pollo que sabe a nada, es el pan con pollo más “tela” que he comido, pero por hambre y  ajustar nuestros bolsillos, nos la jugamos, volvemos a entrar a ISIL, que por cierto está muy bonito, fue el semestre que pusieron las banquitas verdes en todos los huecos que estaban desocupados, nosotras preferíamos algo un poco más calientito y nos íbamos a la alfombra de la biblioteca, con peligro de que la mascota nos ataque, va a sonar muy grosero, pero la bibliotecaria no tiene tino para tratar, siempre nos botaba por hacer bulla, dentro de todo lo entiendo y acepto que a veces pecábamos de escandalosas pero hay formas de pedir las cosas, ¿no?. Bueno esa vez no logró botarnos, lo tome como el reto del día, y ganamos.
Al término de la jornada, salgo del salón, con ganas de llegar a casa y comer lo que mi mamá haya cocinado. Cruzo la pista de la forma más rompe reglas posible, espero aproximadamente cinco minutos a que pase la línea T, el famoso moradito, al subir busco asiento, lo consigo y a dormir se ha dicho, empezó mi viaje.
“Bajo antes de voltear”, son 5 cuadras a pie o china. Al llegar a casa almuerzo, descanso y luego me voy al trabajo, regreso de madrugada, directo a dormir.
De pronto me encuentro en la situación perfecta, el lugar perfecto, la compañía perfecta, ¿Qué más puedo pedir?, ¡No! esta vez no caeré.
Maldito Morfeo me soltaste otra vez.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Datos personales

Con la tecnología de Blogger.

© Redactando Ando, AllRightsReserved.

Designed by ScreenWritersArena